sábado, 7 de agosto de 2010

Toman un cementerio como atajo para evitar los tapones







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Como si fuera poco, no basta con el deterioro y abandono que exhibe el cementerio Cristo Redentor, sus calles interiores están siendo utilizadas como atajo por vehículos de todo tipo, algunos cargados hasta el tope y en marcha a alta velocidad. Hasta los peatones lo usan como camino vecinal.
Quince minutos fueron suficientes para determinar el flujo de vehículos que transitan por la calle principal del cementerio, expresamente prohibido por tratarse de un recinto de su naturaleza, con el fin de acortar el camino.
La observación concluyó con cifras escandalosas: dos camiones cargados de papa y uno de arroz, tres minibuses de transporte escolar, carros de concho, guaguas “plataneras”, decenas de motores, camionetas transportando materiales de construcción, cuyo destino se pudo constatar y no era para construir dentro del cementerio, y hasta unos cuantos niños jugando en sus bicicletas.
Los conductores que viajan de norte a sur hacia Pantoja, y de sur a norte a Los Girasoles, utilizan los 800 metros cuadrados que hay entre la puerta principal y la trasera como una forma de reducir el tiempo del trayecto en más de un 50 por ciento.
Lo normal es que estos conductores lleguen a su destino por la vía correspondiente transitando por la calle La Isabela (paralela a la cementera), rechazada por su longitud y los semáforos.
A causa de los camiones de carga que se pasean de un lado a otro dentro del campo santo, gran parte de las calles ya no tienen asfalto y se han producido hoyos. Cuando llueve la situación es peor: el lodo imposibilita el tránsito.
La salida trasera del cementerio, que tiene una gran puerta con cuatro huecos, sólo conserva una cubierta de hierro, mientras que en dos marcos no hay nada y la restante está rota y sostenida apenas por unos cuantos palos secos. El descuido es evidente.
Según precisó una moradora del sector Pantoja, la puerta trasera tiene más de cinco años que no sirve y en ese tiempo no ha visto ni escuchado que las autoridades se preocupen por esa situación. Familiares y dolientes, afligidos por la pérdida de un ser querido, tenían que protegerse incesantemente del polvo que se levantaba de las calles en mal estado o destruidas. Muchos de ellos lagrimeaban y tosían debido a esta situación.
Carlos Marte, quien se encontraba limpiando la tumba de su padre, expresó que siente vergüenza de que un cementerio, en pleno siglo XXI, esté tan arrabalizado. “Al dirigirme a la tumba, en un momento pensé que estaba en un calle cualquiera de un sector, ya que los conductores atraviesan este lugar de paz como si se tratase de una competencia de automóviles”, dijo a LISTÍN DIARIO.
Marte abogó por una solución inmediata a este problema, al afirmar que los difuntos merecen respeto.
NECESIDAD DE PROHIBIR EL DESORDEN DE AUTOSSegún un empleado del cementerio que no se identificó, cuando los conductores tratan de evadir los tramos de calles destruidos es común que se forme un pequeño tapón entre estos y los carros fúnebres que sí están en su vía, lo que provoca malestar entre los dolientes.“Es preciso prohibir la entrada de todo el que quiera cortar camino, este es un lugar sagrado que debe ser respetado”, expresó.Alfredo Acosta, coordinador operativo de los cementerios del ayuntamiento del Distrito Nacional, dijo a LISTÍN DIARIO que están conscientes del problema en el campo santo, por lo que tienen un proyecto para el remozamiento del lugar.Acosta explicó que el plan sustenta limitar el paso de todo tipo de vehículos, exceptuando a los carros fúnebres y a sus acompañantes, además de permitir a los caminantes desplazarse libremente de 7:00 de la mañana a 6:00 de la tarde. Precisó que el proyecto incluye el asfaltado de las calles y regularización del personal que labora en el lugar para evitar que menores de edad sean explotados.A esta situación se suma la inseguridad que se vive en el lugar. Los 44 kilómetros cuadrados que abarcan el cementerio sólo cuentan con doce policías municipales, cuatro por turno. Según denuncias y quejas de moradores de los sectores Pantoja y Los Girasoles, así como también de personas que van a limpiar las tumbas de un ser fallecido, el lugar muestra un panorama de inseguridad.
Los atracos y robos en el interior del cementerio son comunes.La capilla es otro elemento que por su deterioro no puede ser obviada. Su estructura luce abandonada en su totalidad y los cristales rotos.

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